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Los Cerros del Toruño o mesa de Gandúl vistos desde el Puerto de Bencarrón.
Foto: José Millán.
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Situación y contexto arqueológico:
La antigua hacienda, ya desaparecida y el Puerto al que da nombre “Bencarrón”, están situados a unos dos kilómetros al suroeste del casco urbano de Mairena del Alcor y a ambos márgenes de la llamada Vía verde de los Alcores, una pista forestal que antaño fuera vía de ferrocarril y que discurre paralela a la colina en dirección al despoblado de Gandul, a apenas un kilómetro de un característico paraje conocido como Los Cerros del Toruño o Mesa de Gandul. En la parte alta de este cerro y entre olivares se localizan los restos de un importante asentamiento de orígenes inciertos pero que como mínimo se remontan a la etapa conocida como Bronce Final, hace más de 4.000 años, período del que aún prevalecen algunos restos como murallas defensivas y una importante y conocida necrópolis dolménica. Este asentamiento, como otros de la zona, alcanzó su máximo desarrollo entre los siglos I y III de nuestra era, coincidiendo con la ocupación romana de los Alcores, momento en que según las teorías más aceptadas hubo de llamarse Irippo y contar con una numerosa población y estratégica importancia en la floreciente Bética romana.
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Fachada de la antigua hacienda de Bencarrón, junto a la Vía Verde.
Foto: José Millám.
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A pesar de que el yacimiento principal permanece ha día de hoy sin excavar, sí se han localizado y en algún caso excavado enclaves relacionados y cercanos a la ciudad como una gran necrópolis, un posible anfiteatro y una serie de grandes Villaes o núcleos de población asociados a Irippo. Uno de esos núcleos poblacionales estaba situado en el Puerto de Bencarrón, formando probablemente una comunidad Rural. La ciudad de Irippo acabó sufriendo un intenso despoblamiento a favor de otros asentamientos cercanos como el poblado de Gandul o la ciudad de Hienipa (Alcalá de Guadaira) y que la llevó a desaparecer por completo ya entrado el siglo V.
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La Vía verde de los Alcores, a su paso por el Puerto de Bencarrón.
Foto: José Millán.
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El nombre original de Calat Bencarrón que prevalece desde la Edad Média puede tener su origen en el largo período de ocupación islámica de la zona y en alusión directa al nombre del que fue señor de estas tierras Ben Haldún y que pudo derivar con el tiempo al vocablo actual. De hecho toda la zona, desde este Puerto hasta el antiguo asentamiento romano y medieval que conocemos como Despoblado de Gandul debió llamarse Bencarrón, siendo la denominación de Gandul y por la que ha día de hoy es conocida más reciente, probabblemente en el siglo XIX.
En el
Puerto de Bencarrón la Colina Alcoreña esta modelada y condicionada
por uno de esos los fenómenos naturales tan própios de los Alcores y
que se han venido llamando
pasos o puertos, testigos naturales
de la erosión de primitivos cursos de agua
y que como en muchas otras zonas constituyen enclaves estratégicos de poblamiento y vías de comunicación entre el Escarpe y la Vega. Sobre el puerto se sucedieron muchas etapas de poblamiento desde el neólitico a la Edad Média , siendo esta zona conocida en algunas publicaciones como «despoblado de Bencarrón» en alusión a este conjunto de grandes asentamientos de localización imprecisa.
Los yacimientos arqueológicos que existen en la zona son muy extensos complejos y conocidos y como ha sido habitual en los Alcores, las necrópolis los mas intensamente excavados durante el pasado siglo por arqueólogos como Jorge Bonsor, que tras muchas campañas de excavaciones consigue recopilar, además de interesantes datos sobre los sistemas de enterramiento de estas colonias una importantísima colección de elementos líticos y cerámicos relacionadas con el mundo tartésico, así como infinidad de útiles neolíticos. Algunos de estos «tesoros» se conservan en las colecciones guardadas por Bonsor en la que fuera su residencia hasta su muerte , el Castillo de Luna en Mairena del Alcor. Otros muchos objetos fueron no obstante vendidos a la Hispanic Society of América, donde están expuestos a día de hoy.
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Placa de Marfíl hayada por Gorge Bonsor en una de las la necrópolis de Bencarrón. |
La mina de agua que nos ocupa habremos de relacionarla con el intenso período de ocupación romana de la zona, que se produjo a partir del siglo I de nuestra era y del que perduran innumerables evidencias como restos cerámicos ,grandes sillares de piedra, ladrillos, tégulas y restos de pavimentos de opus signinum. El yacimiento romano del Puerto de Bencarrón esta considerado como una gran villae, que por su situación sería la receptora de las aguas de esta mina y probablemente la responsable de la construcción de la misma. Actualmente, en la zona baja del puerto, perdurán aún los restos de una especie de alberca o depósito abierto cuyas cimentaciones son claramente romanas y que fue seguramente restaurado y reutilizado en época medieval. Las conducciones a cielo abierto que trasportaban el agua desde la mina hasta esta estructura y que aún existían en el año 1986 han sido destruidas , habiéndose encauzado el agua de la mina por una tubería de polietileno que ha día de hoy sirve para el regadío de una de las fincas situadas en la zona. Las aguas que brotaban de la mina y que alimentaban esta estructura, han acabado generado un característico arrollo que cruza la Vía Verde hacia la Vega.
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Plano de Gandúl , donde se sitúan los yacimientos, arriba a la derecha y dentro del circulo rojo esta sitaudo el Puerto de Bencarrón. El dibujo a sido realizado por el profesor D.José Manuel Navarro Domínguez y ha sido extraído de su blog: Dolmenes y Menhires.
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Historia de las exploraciones:
Localicé esta mina en el mes de Julio del año 1986, durante una de mis prospecciones de las colinas Alcoreñas. Sus lumbreras eran visibles gracias a unos pequeños brocales hechos de ladrillo y mortero de cal, espaciados a distancias de unos veinte metros y situados en la parte alta de la colina. Ha día de hoy los brocales han desaparecido estando los pozos tapados con losas y cubiertos con tierra, lo que hace imposible su localización.
En aquellos
tiempos esta mina era
la principal fuente de abastecimiento de agua de la hacienda agrícola
conocida como Bencarrón y que ha día de hoy son sólo unas ruinas. El agua llegaba a la finca por unos canales de factura moderna
que también
han sido destruidos. Localizada la mina pudimos realizar un par de exploraciones introduciéndonos por uno de los pozos más cercanos a la Vega
y de menor profundidad y
desde el que pudimos explorar la galería en sus dos direcciones, a favor y en contra de la corriente de agua. En aquellos tiempos la altura de agua era de un metro aproximadamente, siendo
la altura total de la galería de más de
dos metros. No llegamos a realizar ninguna fotografía pero conservo un escueto croquis y una descripción en la que se refiere que la zona final
de la mina
estaba realizada con muros de mampostería rematados con grandes losas labradas y dispuestas a dos aguas. También se recogen otros datos como
que el remate superior de los pozos estaba
realizado con piedra labrada y que sus profundidades van de algo más de diez metros en la zona alta de la colina y apenas cinco en la ladera inferior y finalmente que la distancia entre pozos era
de unos veinte metros. Actualmente la zona final de la mina que es la que estaba revestida
ha sido destruida por remodelaciones de terreno.
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Estructura con cimentaciones romanas que recibía y almacenaba las aguas de la mina en la parte baja del Puerto de Bencarrón.
Foto: José Millán.
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Durante el año 2015 y como actividad encuadrada en nuestro proyecto de exploración catalogación y estudio de las minas de agua en los Alcores dirijo una serie de salidas a la zona con objeto de intentar localizar esta mina. Cerca del cortijo de Bencarrón y hacia el puerto localizamos una tubería de polietileno parcialmente enterrada de la que mana un modesto pero constante chorro de agua y que debe ser el rebosadero de la mina, pero no encontramos ni una sola evidencia de los pozos. Una nueva prospección en la zona alta del puerto nos permite localizar un pozo situado dentro de una finca de olivos que cuenta con unas características y situación esperanzadoras. El pozo estaba cubierto con un brocal moderno y cerrado con una plancha de acero y un candado, a partir de este descubrimiento inicio una serie de indagaciones para localizar y conocer al propietario de los terrenos y por tanto del pozo.
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Tubería de polietileno por la que actualmente están encauzadas las aguas de la mina hacia el arroyo en el Puerto de Bencarrón.
Foto: José Millán.
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El propietario de los terrenos es D. Diego Madroñal, vecino de Mairena y con el que concerté una cita en la propia finca. Diego ya conocía la mina de agua que discurre bajo su finca y me comenta que hace algunos años, creo que con buen criterio, decidió cerrar todos los pozos con losas que luego cubrió de tierra con objeto de proteger la galería inferior, dejando el pozo que nos ocupa equipado con un brocal, un cierre y una bomba para extraer agua con la que regar su olivar. Parece que afortunadamente la mina no se había perdido así que le pido permiso para su exploración a lo que accede sin poner ningún problema, de hecho se ha mostrado muy interesado con nuestros trabajos de investigación y a colaborado en todo lo que ha podido.
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Restos de una gran villae,situada en la zona baja del Puerto y que sería la receptora de las aguas de la mina.
Foto: José Millán.
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La primera exploración la realizamos en el mes de Abril de 2015 descendemos el pozo ayudados por una escalera de hierro destinada al mantenimiento de una bomba sumergible instalada en la base del mismo. Las coordenadas de esta lumbrera son: 254789,02. m. E. 4136972,81. m.N. 112 m.s.n.m. Lo primero que nos sorprende es el magnífico revestimiento de piedra de la zona superior del pozo que, como en otras minas, salva el estrato de material arcilloso que existe sobre la roca. Esta constituido por grandes piedras que han sido talladas y encajadas hábilmente, sin apreciarse ningún tipo de argamasa que las una, contrasta con otros rellenos observados en otras lumbreras de otras minas que por lo general están realizados con piedras irregulares y sin labrar. Una vez superada la zona revestida entramos en un pozo típico de mina, excavado a pico y forma rectangular de aproximadamente 1,30 X0,90 m. la profundidad del pozo es de 11,6 metros hasta el lecho de la galería que esta casi completamente inundada, el pozo cuenta con los característicos mechinales laterales para el apoyo de los pies.
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Descendiendo por el único pozo abierto de la mina. Se puede apreciar el magnifico revestimiento de piedra labrada de la zona superior que es similar al de resto de pozos estudiados.
Foto: José Millán.
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De la base del pozo parten dos galerías con direcciones opuestas y decidimos explorar la que lleva dirección suroeste (hacia la Vega). La altura de la galería es de unos 2,5 metros pero esta inundada hasta casi el techo, quedando apenas unos veinte centímetros en algunas zonas. Podemos recorrer unos cuarenta metros nadando y realizando algunas fotos, hasta un punto donde la galería se sifona porque el techo desciende , observamos los característicos lucernarios excavados a distancias regulares de entre 60 cm. y 1 metro. La morfología del techo sugiere que la galería esta excavada en gran parte siguiendo un venero natural. Tras esta primera exploración decidimos esperar a finales de verano para volver, presumiendo con ello que los niveles de agua deberían estar más bajos, como parecían indicar las marcas existentes por debajo del nivel actual. Realizamos una nueva exploración a finales del mes de septiembre y efectivamente encontramos el nivel de agua a casi un metro por debajo del que conocíamos por lo que pudimos completar la exploración y la topografía completa de la mina.
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Detalle de la galería de 2,5 metros de altura y casi inundada.
Foto: José Millán.
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Descripción de la mina:
La mina esta formada por una galería de unos 260 metros de longitud, equipada con 10 pozos o lumbreras, las distancias entre lumbreras son muy similares. Nosotros hemos registrado las de la zona de la galería accesible a día de hoy, ya que existe un tramo final que esta taponado y del que sólo tenemos un croquis realizado en el año 1986 y donde estas distancias no están medidas con precisión aunque sabemos que también rondaban los 20 metros. Las distancias correlativas desde la lumbrera más alejada a la salida en metros son: 18,54. 19,9. 19,74. 19,9. 20,5. 19,44. 19,8. Esto en cuanto a longitud exterior se refiere, las longitudes internas son similares salvo en tres casos en los que se producen quiebros de la galería. Las lumbreras son todas iguales, de sección rectangular y unas dimensiones aproximadas de 1,30 m x0.90 metros, estando alineado el lado largo con la galería.
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Imagen aérea del Puerto de Bencarrón donde se indica el trazado de la mina y la localización de las lumbreras.
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Las profundidades de las lumbreras están condicionadas a la pendiente del terreno ya que la galería de la mina, como suele ser habitual en los Alcores, mantiene un nivel prácticamente constante y va de los 11,6 en las lumbreras superiores hasta apenas 5 metros en las inferiores, lo que corresponde exactamente a la pendiente del terreno que en la cumbre del puerto esta a 112 m.s.n.m. y en la parte baja a 106 m.s.n.m. La salida de las aguas se produce en la zona donde el nivel de la galería se iguala al terreno, es decir a unos 101 m.s.n.m. y es donde encontramos los restos de construcciones romanas referidos anteriormente, no obstante hay que señalar que en todo el puerto, incluida la zona más alta, están presentes innumerables vestigios, tanto de cerámicas como de restos constructivos: tegulas, ladrillo, etc.
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Arriba aspecto general de la galería, donde se aprecia un pequeño quiebro que debe ser una corrección del rumbo de excavación. Justo al comienzo del mismo observamos en el detalle de la foto inferior un hueco u hornacina para la colocación de la vasija de aceite con la que recargar las lucernas y que era habitual al comienzo de una jornada de excavación. También observamos las marcas de los susesivos niveles de agua de la mina.
Foto: Manuel Bernal.
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La mina esta compuesta por una galería sin ramificaciones que recoge el agua de un solo manantial, que brota de la base de una lumbrera, las paredes presentan una fuerte erosión que ha borrado en gran medida las huellas de herramientas si bien son parcialmente visibles en algunas zonas donde se aprecia el característico pico de hierro curvo y un sentido de excavación hacia el manantial. En muchos puntos es claramente visible un conducto natural preexistente, sobre todo en los techos, donde apreciamos algunas formaciones calcáreas de pequeña entidad. La galería ha sido equipada con lucernarios de un tamaño normal de entre 11 y 15 cm. de profundidad y que en algunos casos se encuentran a ambos lados de la galería y a distancias que varían desde los 60 cm. al metro. También hemos encontrado huecos u hornacinas más grandes destinados a la colocación de vasijas de aceite y a distancias regulares.
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En las fotos se aprecia un sector de la galería muy erosionado por el agua pero con incipientes formaciones cálcareas. Todo el recorrido de la galería esta equipado con lucernarios a distancias de entre 60 cm. y 1 metro.
Fotos: Manuel Bernal.
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En cuanto al trazado de la galería apreciamos como se han realizado pequeños quiebros entre lumbreras que parecen errores o modificaciones de rumbo para la conexión entre los pozos, siendo el más destacable un quiebro de galería entre la 1º y 2º lumbrera en la zona inicial de la mina que puede ser, como en otros casos, para frenar la corriente de agua de la surgencia. La galería mantiene una altura considerable de unos 2,5 metros si bien esta va disminuyendo hacia la salida, siendo poco antes de la última lumbrera explorada de 1,80 metros y sabiendo por el croquis realizado en el año 1986 que en los últimos veinte metros de galería mantiene una altura de apenas 80 cm., estando este tramo completamente revestido por muros de mampostería y cubierta de piedras planas dispuestas a dos aguas.
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Sector de la galería donde se aprecia el conducto natural preexistente y a favor del que se ha excavado la mina.
Foto: Manuel Bernal.
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Conclusiones:
Estamos ante una mina algo atípica ya que recoge las aguas de un solo manantial, en contra de la mayoría de las exploradas hasta ahora que recogen las aguas de varios veneros y por tanto cuentan con ramificaciones. Las técnicas constructivas concuerdan con las de otras minas romanas observando distancias similares entre lumbreras y técnicas de iluminación similares consistentes en la excavación de lucernarios y hornacinas para depositar tanto las pequeñas lucernas para iluminar el frente de excavación como las vasijas de aceite con las que recargarlas.
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Detalle de la galería donde se aprecia un trazado algo sinuoso que parece propio de una galería natural previa a la mina.
Foto: Manuel Bernal.
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Destaca la esmerada forma en que se han revestido las zonas superiores de los pozos que no obstante son similares a las encontradas en otra mina situada en Carmona, concretamente la de la finca de Trigueros y que tiene ciertas similitudes como un desarrollo total de unos doscientos metros y que se haya integramente construida bajo un terreno en pendiente hacia la Vega. Por contra en esta mina sí existen varias ramificaciones que conectan pequeños veneros con la galería principal. En relación al cuidado revestimiento de los pozos cabe destacar la existencia de un gran curso de agua de carácter estacional y que sigue de una manera precisa el trazado de la mina y que sugiere que la mina haya podido ser en algún momento también un recolector de aguas pluviales a trabes de sus lumbreras. Lo que podría justificar la esmerada labor de revestimiento de la zona superior de los pozos.
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Detalle de una lumbrera, todas tienen sección rectangular de aproximadamente 1,30×0,90 metros y están equipadas con mechinales para el apoyo de los pies.
Foto: Manuel Bernal.
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Una longitud cercana a los veinte metros entre puteis es un parámetro muy recurrente en la gran mayoría de minas romanas estudiadas en los Alcores y ya hemos realizado alguna interpretación de esta magnitud relacionándola con el passus romano que equivale a cinco pies y tiene un valor aproximado de 1,48 metros, en este caso las distancias podrían corresponder aproximadamente a unos 13 passus, unos 19,5 metros.
Otro hallazgo curioso ha sido el de un pequeño símbolo grabado en la roca, al lado de un lucernario y que identificamos como una especie de “X” modificada y que podría representar el número 100 o quizás una “marca característica” de algún trabajador de la mina.
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Detalle de un curioso grabado en la roca, situado junto a un lucernarío.
Foto: Manuel Bernal.
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Otro hecho interesante, constatado en esta mina y en otras estudiadas es la utilización de “quiebros” intencionados en el trazado de la galería, En el caso concreto de la mina que nos ocupa y en el tramo de galería que llega al manantial resulta que este no se ha excavado en línea recta entre las dos lumbreras, variando significativamente los rumbos y provocando un quiebro de casi 90º en la zona intermedia y cuya finalidad no parece otra que la de frenar la corriente de agua que brota del manantial. Ya hemos apreciado estas técnicas en minas como la de Alcaudete , en Carmona.
Otro hecho recurrente en muchas de las minas estudiadas es la excavación a favor de una galería natural preexistente lo que induce a pensar que la finalidad de estas minas era básicamente el acondicionamiento o modificación mediante galerías excavadas de manantiales naturales con objeto de darles mayor capacidad de almacenamiento y volumen de agua al poner varios manantiales en contacto mediante galerías.
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Zona final de la mina , justo antes del taponamiento y en la base de una lumbrera y donde la altura se reduce a apenas 1 metro.
Foto; Manuel Bernal.
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La mayor parte del trazado de la mina cuenta con una altura de unos 2,5 metros y esto sugiere que se buscaba conseguir una importante altura de agua y por lo tanto capacidad de almacenamiento, si bien también puede deberse, sin excluir lo primero, a la necesidad de ir reexcavando el lecho de la galería para igualar niveles con el venero de agua, ya que la excavación se realiza, según las marcas de picos, hacia el manantial y no ha de ser casualidad que la altura aumente a medida que nos aproximamos al dicho manantial. Este hecho ocurre frecuentemente en muchas minas en los Alcores. El tramo de galería final y emisivo de la mina (unos 40 metros) tiene una altura reducida y esta revestido. El revestimiento debe haberse realizado por la presencia de materiales blandos y arcillosos y , como en otros casos, esta ejecutado con muro de mampostería elaborado con material de excavación para las paredes y grandes losas de piedra talladas en el techo. Cabe en este caso resaltar la disposición de las losas de cubierta a dos aguas que nos es habitual, de hecho es el único caso que hemos encontrado hasta ahora aquí en los Alcores. Por desgracia actualmente no podemos acceder a este sector de la mina para realizar un estudio más detallado.
No hemos visto evidencias, como en otras minas ,de una excavación inversa (de abajo arriba) de las lumbreras, mas bien parece que han sido excavadas primero y conectadas después por la presencia de los pequeños quiebros o errores en la excavación entre ellas.
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Zona de la mina y donde se ha producido un taponamiento que impide explorarla en su totalidad, afortunadamente contamos con un croquis realizado en el año 1986 que refleja el sector taponado.
Foto. Manuel Bernal.
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Finalmente consideramos que, como en otros casos, esta mina habría de ser protegida y puesta en valor como parte importante del gran patrimonio arqueológico que existe en los Alcores. Hay que destacar que las labores de cerrado de lumbreras realizadas por el dueño de los terrenos D. Diego Madroñal ha permitido la conservación de la mayor parte de la galería que en otro caso podría haber sido destruida por taponamiento como así ha sucedido en la zona final.
Queremos agradecer muy especialmente la colaboración del propietario de los terrenos D. Diego Madroñal que como ya hemos referido ha colaborado de una manera activa para la realización de este trabajo.
Fuentes consultadas:
«Bases del patrimonio inmueble de Andalucía». Instituto Andaluz del patrimonio histórico. Consejería de cultura. Junta de Andalucía.
AMORES CARREDANO, Fernando. Carta arqueológica de Los Alcores: Sevilla. Diputación Provincial, 1982. 84-500-8180-7.
PONSICH, Michel. Implantation rurale antique sur le Bas-Guadalquivir. V. I. 1974, 256.